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Cuerpo diamantino

Fernando Sinaga

1998
Cristal, madera y pintura de poliuretano
Medidas: 110x81x12 cm (4 unidades)
A.C.A.C. Técnicas Reunidas S.A.

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Procedencia:
Col. artista / Gal. Max Estrella, Madrid / C.A.C.- Museo Patio Herreriano, Valladolid

Firma:
SIN FIRMAR

Exposiciones:
1998 Gal. Fernando Latorre, Zaragoza / 2000 Fernando Sinaga. Anamnesis, Palacio de Revillagigedo, Gijón / 2002 Arte en España, 1977-2002, Sala Manege, Moscú

Bibiliografía:
Arte en España 1977-2002. Obras de la Colección Arte Contemporáneo del Patio Herreriano, Museo de Arte Contemporáneo Español de Valladolid, Ministerio de Asuntos Exteriores, Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior, 2002, 28 y 76-77, rep. c; Fernando Sinaga. Anamnesis, Gijón, Palacio de Revillagigedo y Cajastur, 2000, 20 y 63, rep. c; Museo Patio Herreriano. Arte Contemporáneo Español, Colección Arte Contemporáneo y Ayuntamiento, Valladolid, 2002, 249, rep.c.

Comentario:
Cuerpo diamantino está constituida por cuatro rectángulos colgados en la pared a modo de cuadros. Es inmediata la referencia a la pintura, y en este sentido cabe recordar que la formación inicial de Fernando Sinaga fue pictórica, aunque su trayectoria creativa posterior se orientó a la escultura. Más que la elección de uno u otro lenguaje, para él lo que cuenta es la forma en el espacio. Con un sentido derivado de una profunda asimilación del minimalismo, Cuerpo diamantino se despliega en el espacio, siendo importantes para su lectura las nociones de intervalo, ritmo, repetición y discontinuidad. A esto se añade un color muy elaborado en sus texturas superficiales, matices y efectos cálidos y pictóricos, que se aparta de los patrones de color industrial uniforme de tipo minimalista. Para Sinaga, la obra no parte de presupuestos puramente formalistas, sino que implica otros planteamientos que van desde la combinación y manipulación de materiales como elementos significativos activos y como energías creadoras, pasando por el pensamiento hermético y el misticismo alemán, hasta una actitud ética del arte como una suerte de resistencia que actúa en un territorio más allá de lo consciente. En esta obra, Sinaga hace uso de una repetición de formatos y tamaños iguales colocados a intervalos regulares, pero evita la noción de lo idéntico al caracterizar individualmente cada pieza mediante su tratamiento cromático. Esta diferencia crea discontinuidad, un aspecto central en la creación de Sinaga, y actúa emocionalmente en el espectador mediante el efecto de la temperatura del color blanco, negro y tintes cálidos que se proyectan perceptivamente hacia delante o hacia dentro en caso del negro, sugiriendo un espacio elástico y activo. Por su parte, las piezas blanca y el negra de los extremos presentan dos concepciones del vacío y del absoluto perpeptivo de filiación suprematista. En otras obras que responden a una disposición parecida a Cuerpo diamantino, Sinaga hace uso de espejos, chapas metálicas o polaroids manipuladas de diferentes maneras que plantean tratamientos superficiales en los que hay lugar para lo aleatorio y el azar. Aquí, el color se reparte de forma irregular, creando velos y sensaciones cromáticas sutiles, incorpóreas, en las que se sugiere el vacío. La severidad geométrica despojada de los rectángulos se ve así atemperada por el elemento cromático como metáfora de la razón atemperada por la intuición. CB

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